Me llamo Álvaro, tengo 21 años y he decidido escribir este blog para dar una sorpresa a mi amiga Violeta, que hace un tiempo decidió emprender un viaje por el mundo. Incluyo mis conversaciones con ella antes de partir, así como cuestiones que me va contando sobre su viaje, vídeos, textos, y música que vamos intercambiando durante su periplo y que voy actualizando cuando es necesario.

Mi amiga Violeta andaba perdida, no sabía qué hacer con su vida. A sus 20 años tenía la cabeza llena de interrogantes. Se pasaba el día metida en sus libros y era una más de la generación "ni-ni", ni estudiaba, ni trabajaba, para desesperación de su padre, quien la presionaba constantemente. No quería estudiar una carrera aburrida y ponerse a trabajar como la mayoría. Siempre me comentaba que la vida no es lo que todo el mundo decía, que tenía que haber algo más que a ella se le escapaba. Quería hacer algo al respecto, pero no sabía el qué.

Violeta siempre ha tenido una personalidad muy fuerte, es muy enérgica y le caracteriza un afán irrefrenable de aprender y descubrir. El no saber qué rumbo tomar la tenía aislada y sus amigos, entre los que me incluyo, estábamos empezando a preocuparnos de verla cada vez menos. No sabíamos qué hacer para ayudarla a frenar una caída en la que se mezclaban pasividad y  desesperación.

De repente, un buen día empezó a tratar con una mujer mayor, una vecina suya con la que nunca había hablado antes. Más adelante, me contó Violeta con humor mejorado, que la buena señora le ayudó a creer más en sí misma, le hizo ver lo grande que es el mundo y le apoyó en su búsqueda para saber qué hacer con su vida. Y sin más preámbulos, Violeta me anunció con un timbre de voz que ya casi había olvidado, jovial y alegre, que se iba a viajar por el mundo para aprender otras culturas, y que se quería dedicar a ayudar a la humanidad, a reír, a ser feliz y a hacer felices a los demás.

En un primer momento, totalmente incrédulo, pensé que se había tomado algo, que estaba borracha, o que había pasado de un extremo a otro. Pero nada más lejos de la realidad. Quedamos, y al ver su mirada franca directa, con un aplomo que hizo huir poco a poco cualquier atisbo de duda de mi cabeza, volví a encontrar a la Violeta valiente y persistente que antaño conocí. Estuvimos charlando un buen rato y me fui dando cuenta que para bien o para mal, se iba a embarcar en una aventura que necesitaba. La necesitaba para su aprendizaje, la necesitaba para recuperar la ilusión, la necesitaba para vivir.

Desde que se fue, sólo puedo decir que me quito el sombrero. En un tiempo en que la mayoría solemos buscar la comodidad, lo seguro, lo conocido y el bienestar, una chica de 20 años se va, con unos pocos ahorros y casi ningún plan, a vivir, a conocer, a compartir y a disfrutar. Se va a aprender en la escuela de la vida, y no se va desde la óptica de una persona que huye de su presente, que busca un lugar dónde su cabeza funcione milagrosamente, no, se va porque lo necesita y porque eso le procura felicidad. Y a mí, como al resto de sus amigos, nos hace felices.

El escritor alemán Herman Hesse decía en su libro Siddharta, que "es bueno aprender por uno mismo aquello que necesitamos saber", me alegro que ella ya haya empezado. Y me alegro también que confíe, como dijo el fundador de Apple, Steve Jobs, en un discurso en la universidad de Stanford en 2005, "en algo, en vuestro instinto, vuestro destino, vuestra vida, vuestro karma, lo que sea, teniendo el valor de seguir vuestro corazón y vuestra intuición".

¡Ya os iré contando!