Como a muchos otros adolescentes en conflicto consigo mismos y en busca de su camino, estuve muy influenciado por la película hispano-argentina Martín Hache. En ella, se narra la historia de Martín, un joven argentino-español perdido y sin rumbo que decide volver a España para ver a su padre. A su llegada se reencuentra con él y con Dante, el mejor amigo de su padre, con quien entabla una sólida y profunda amistad que me recordó al tipo de intercambio que siempre han tenido Violeta y su tío Pepín. Dante, persona de buen vivir, sensible y educado, hace oficio de consejero para Martín, que se atreve a abrirse y a tratar temas de los que no puede hablar con su padre. En un momento de la película Dante le dice a Martín: “la única realidad es tu realidad, y será lo que seas capaz de ver”. Esta simple frase sentó cátedra en mí y hasta el día de hoy se ha quedado en mi memoria y me ha hecho reconsiderar muchas cosas.

Aficionado como soy a la filosofía, me costó entender en su momento cómo estas palabras habían hecho más mella en mí y habían generado más dudas y a la vez pasión, que tratados filosóficos enteros. Y es que a partir de ahí confirmé mis dudas de que no hay una realidad objetiva ahí afuera, igual y común para todos. Eso que llamamos “el mundo exterior” no existe y hay tantas realidades como personas en el universo. Debo reconocer que muchas veces me dejo llevar por mi propia rebeldía y caigo en la visión negativa de las cosas. En este asunto Violeta ha jugado un papel muy importante en mi vida.

Justo cuando Violeta empezó su nuevo camino personal, mantuve una larga conversación con ella y con Leila de la visión que teníamos cada uno de nosotros sobre el libro El Secreto - ella lo había leído un par de años antes cuando se lo regaló su tío Pepín y yo había visto la película por internet. Después de muchos años, este libro me volvió a confirmar lo que Dante le había dicho a Martín, y me ayudó a comprenderlo mejor aportándome nueva información.

El Secreto gira en torno a una poderosa ley universal, obvia quizás, pero que no siempre parecemos tener en cuenta. Esta es la ley de la atracción. Todo lo que nos rodea, bueno o malo es consecuencia de lo que hemos querido, consciente o inconscientemente. Todo lo que está llegando en la vida, es atraído por nosotros en función de la realidad que creamos mediante nuestros pensamientos y mediante las imágenes que retenemos en la mente, o, como decía Dante a Martín, de lo que somos capaces de ver. Somos imanes y atraemos lo que pensamos. Buddha ya lo dijo:” todo lo que somos es un resultado de lo que hemos pensado”.

Según el libro y la película El Secreto, cada pensamiento tiene una frecuencia, produce una energía magnética y es causante de nuestros sentimientos. Si nos imaginamos por ejemplo en prosperidad y felicidad, damos pie a que ambos estados ocurran por el simple hecho de proyectarlo en nuestra mente. Estando en una vibración positiva atraeremos lo que queremos que nos suceda y atrayendo lo que queremos, estaremos en una vibración positiva. Es una retroalimentación que se aplica exactamente igual para lo negativo. Los pensamientos mandan una señal imantada que llevan su paralelo de vuelta a nosotros.

Si tocamos fondo cuando vibramos muy negativamente, nos podemos preguntar cómo hemos podido llegar hasta ese punto. Esta caída no se debe tanto a lo que nos ha pasado, sino a cómo lo hemos interiorizado y tratado. Nietzsche decía: “no hay hechos, sólo interpretaciones”. ¿Cómo interpretamos lo que nos ha sucedido? Si no paramos de repetirnos lo desgraciados que somos por haber vivido una determinada situación, sólo nos focalizaremos en nuestras penas y es seguro que acabaremos creando una realidad negativa y atraeremos más desgracias, en sintonía con nuestro estado de ánimo.

En El Secreto cuentan también el caso de una persona enferma de cáncer a la que le dan un número determinado de meses de vida. Es evidente que si esa persona se resigna y acepta con fatalidad lo que le han dicho, fallecerá. Y lo hará no tanto por la enfermedad, sino por atraer lo que piensa, es decir: “no hay nada que hacer”. En cambio, como ya ha ocurrido en otros muchos casos, si la persona tiene ganas de vivir y sigue teniendo ilusión por disfrutar de su existencia, vivirá más tiempo de lo previsto, e incluso se podrá sanar pues su voluntad generará un pensamiento positivo.

Pongamos el caso de una persona que cojea. Si nada más levantarse, se queja de su condición y se lamenta cada vez que tenga un impedimento para realizar una actividad, el problema no será ya tanto la cojera sino el pensamiento. Este sujeto a base de repetirse pensamientos destructivos, configurará de tal forma su realidad. El individuo que cojee puede, inversamente, asumir su impedimento - que no su incapacidad - y disfrutar de lo que la vida le ofrece generando un pensamiento positivo.

Que se lo digan al músico nicaragüense Tony Meléndez, quien nació sin brazos y pese a sus evidentes dificultades, a las burlas de los niños y a no poder llevar una vida como los demás, ha conseguido a base de esfuerzo y de pensamiento positivo alcanzar su sueño y convertirse en un guitarrista, además de fundar una familia, tener dos hijos y recibir hasta un efusivo saludo del Papa Juan Pablo II, quien dijo de él que era un ejemplo a seguir. Cuando a Tony Meléndez le preguntaron cómo había podido hacer eso, dónde estaba el milagro, Tony respondió: “el milagro para mí es tener una mano. No me digan que no pueden ustedes hacer mucho más, sólo levántense y digan: yo quiero, yo puedo, yo voy.”

Algunas personas eligen ser decididamente optimistas y sin tener razones aparentes para estarlo, hacen de la felicidad su estado de ánimo cotidiano. Que se lo digan también a la mayoría de habitantes del tercer mundo que carecen de las necesidades más básicas y que pese a ello sonríen y no se lamentan de su condición.

Nuestro trabajo como humanos es tener en nuestros pensamientos lo que queremos y poner muy claro en nuestras mentes lo que deseamos. Desde que Violeta decidió cambiar su vida y entre otras muchas cosas puso en práctica la ley de la atracción, su realidad gobernada por la inquietud, la incertidumbre o el malestar, ha pasado a otra regida por la sonrisa, la alegría y el progreso. Todo es cuestión de voluntad.
Cada vez que pensamos, estamos en proceso de creación; algo se va a manifestar como consecuencia de lo que pasa por nuestra mente, así que como dijeron Buddha y Gandhi:

“Vigila tus pensamientos, se convierten en palabras. Vigila tus palabras, se convierten en actos. Vigila tus actos, se convierten en hábito. Vigila tus hábitos, se convierten en carácter. Vigila tu carácter, se convierte en tu destino.”